San Martin de Tours llega con los colonos alemanes a la Colonia
Tovar en 1843. Fue traída desde Endigen, Alemania (por ser también patrono
de esta localidad) una imagen de él, y se
conserva actualmente en la Iglesia del mismo nombre.
Es
un santo muy venerado en todo el mundo
y se le han dedicado gran cantidad de templos, es considerado patrón por
excelencia de los soldados y también de los viajeros. El 11 de noviembre
celebra su día, y por esto hemos decidido rendirle homenaje para conocer un
poco más sobre su historia.
Nace en Sabaria, Panonia (actual Szombathely, Hungría) en el año
316, aunque toda su educación la recibió en Pavia (Italia). Se vio obligado a entrar en el ejército con
15 años, sirviendo a caballo en la Guardia Imperial Romana.
Es durante el periodo en que se
encuentra en el ejército romano, cuando surge una de las historias más bellas y
más conocidas de nuestro santo.
En el invierno del año 337, estando
Martín en la ciudad francesa de Amiens, se encuentra cerca de la puerta de la
ciudad un mendigo desnudo que le implora caridad y tiritando de frío. Martín sacó la espada, cortó la capa y le da
la mitad, pues la otra mitad pertenece al ejército romano en que sirve.
En la noche siguiente, Cristo
se le aparece vestido con la media capa para agradecerle su gesto y oyó que le
decía: “Martín, hoy me cubriste con tu
manto”. Esta es la escena que iconográficamente se ha preferido para su
representación.
Es
cuando decide dejar el ejército romano y convertirse, lo cual no puede hacer hasta
pasado un tiempo, al negarle su licencia el emperador.
MARTIN EL VENCEDOR
Las legiones del Cesar Juliano
se encontraban preparando la ofensiva contra los bárbaros que habían penetrado
en las Galias. Corría el año 356. Estaban entregando un incentivo a los
soldados cuando Martin renuncia a llevar
armas para el combate.
Aproximándose a Juliano le
dijo: "Hasta ahora, César, he luchado por ti; permite que ahora luche por
Dios. El que tenga intención de continuar siendo soldado que acepte tu
donativo; yo soy soldado de Cristo, no
me es lícito seguir en el ejército".
Juliano
no podía permitir entre sus tropas la deserción. Así pues, el César, le
contestó: "Tu actitud, querido Martín, parece que está más motivada por el
miedo que por tus convicciones religiosas. Dices
ser cristiano, es decir, un cobarde. Tienes miedo de enfrentarte al enemigo".
Su respuesta le salió del
corazón: “Muy bien, dices que soy un cobarde. Pues, mañana al amanecer, cuando
sitúes tus legiones en orden de combate, déjame
en primera línea, sin armas, sin escudo y sin casco y me internaré tranquilo en
las filas enemigas. Así te probaré mi valor y mi fidelidad, y te demostraré
que el miedo que tengo no es a morir, sino a derramar la sangre de otros
hombres”.
Así se acordó, pero no fue
necesario. Los bárbaros, por la mañana
pidieron la paz. Las crónicas anotaron que los bárbaros no se atrevieron a
enfrentarse a la pericia militar de los contrarios. Aunque, algunos legionarios
afirmaron que lo que realmente les espantó fue el haber sabido, gracias a sus espías, que los romanos estaban tan
seguros de la victoria que muchos soldados acudirían al combate sin armas.
Así
fue como Martín, obtuvo la licencia,
vencedor por dos veces, pues él no combatió ni se había derramado sangre
humana.
SU VIDA PASTORAL
Ya
libre del ejército, nuestro santo se bautizó y se dirigió a Poitiers para unirse a los
discípulos de San Hilario. Allí empezó su vida dedicada a Cristo, a través de
las enseñanzas de este ilustre santo. Su
celo por la ortodoxia le acarrea el odio de los herejes, lo persiguen, lo
maltratan, y lo dejan medio muerto. Al cabo de unos años se retiró a una
pequeña isla cerca de Génova, llevando una vida eremítica de silencio y
austeridad.
Un día en el año 371 fue
invitado a Tours con el pretexto que le necesitaba un enfermo grave, pero era
que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamo como obispo de
Tours, y por más que él se declaro indigno de recibir ese cargo, lo
obligaron a aceptar.
Durante su estancia en Tours luchó contra el paganismo, la adoración a
falsos ídolos y contribuyó especialmente en la divulgación de la fe cristiana,
aunque esto no siempre le fue fácil. Tuvo a todas las personas amantes del
lujo, encontró a personas pobres de fe e incluso a sacerdotes que no veían con
buenos ojos aquella vida de austeridad del santo.
ORIGEN DE LA
PALABRA “CAPILLA”
El medio manto de San Martín
(que cortó con la espada para dar al pobre) se guardó como reliquia en una urna
y se le construye un pequeño santuario. La
palabra “capa” es latina y “media capa” en latín es “capilla”, por lo que
la gente decía: “Vamos a orar donde está la capilla”, de ahí viene el nombre
que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.
SU ÚLTIMO RESPIRO
Martín de Tours falleció en uno
de los sitios más bellos de Francia, en Candes. Sus discípulos, que querían
estar con él hasta el último momento, le
pedían que continuara viviendo, ya que si no lo hacía, su rebaño quedaría
expuesto a grandes peligros.
Él
contestó: "Señor, si aún soy necesario, no rehusó continuar viviendo. Que
tu voluntad se realice plenamente". Y antes de dar el último respiro, se dirigió a
sus discípulos con estas palabras: "Dejadme, hermanos, mirar al cielo más
que a la tierra para dirigir desde ahora mi alma por el camino que debe
conducirla hacia el Señor". Era el año 397.
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