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miércoles, noviembre 09, 2011

San Martin de Tours


San Martin de Tours llega con los colonos alemanes a la Colonia Tovar en 1843. Fue traída desde Endigen, Alemania (por ser también patrono de esta localidad)  una imagen de él, y se conserva actualmente en la Iglesia del mismo nombre.
Es un santo muy venerado en todo el mundo y se le han dedicado gran cantidad de templos, es considerado patrón por excelencia de los soldados y también de los viajeros. El 11 de noviembre celebra su día, y por esto hemos decidido rendirle homenaje para conocer un poco más sobre su historia.



LA HISTORIA DE MARTIN Y SU CAPA
Nace en Sabaria, Panonia (actual Szombathely, Hungría) en el año 316, aunque toda su educación la recibió en Pavia (Italia). Se vio obligado a entrar en el ejército con 15 años, sirviendo a caballo en la Guardia Imperial Romana.
Es durante el periodo en que se encuentra en el ejército romano, cuando surge una de las historias más bellas y más conocidas de nuestro santo.   
En el invierno del año 337, estando Martín en la ciudad francesa de Amiens, se encuentra cerca de la puerta de la ciudad un mendigo desnudo que le implora caridad y tiritando de frío. Martín sacó la espada, cortó la capa y le da la mitad, pues la otra mitad pertenece al ejército romano en que sirve.
En la noche siguiente, Cristo se le aparece vestido con la media capa para agradecerle su gesto y oyó que le decía: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”. Esta es la escena que iconográficamente se ha preferido para su representación.
Es cuando decide dejar el ejército romano y convertirse, lo cual no puede hacer hasta pasado un tiempo, al negarle su licencia el emperador.

MARTIN EL VENCEDOR
Las legiones del Cesar Juliano se encontraban preparando la ofensiva contra los bárbaros que habían penetrado en las Galias. Corría el año 356. Estaban entregando un incentivo a los soldados cuando Martin renuncia a llevar armas para el combate.
Aproximándose a Juliano le dijo: "Hasta ahora, César, he luchado por ti; permite que ahora luche por Dios. El que tenga intención de continuar siendo soldado que acepte tu donativo; yo soy soldado de Cristo, no me es lícito seguir en el ejército".
Juliano no podía permitir entre sus tropas la deserción. Así pues, el César, le contestó: "Tu actitud, querido Martín, parece que está más motivada por el miedo que por tus convicciones religiosas. Dices ser cristiano, es decir, un cobarde. Tienes miedo de enfrentarte al enemigo".
Su respuesta le salió del corazón: “Muy bien, dices que soy un cobarde. Pues, mañana al amanecer, cuando sitúes tus legiones en orden de combate, déjame en primera línea, sin armas, sin escudo y sin casco y me internaré tranquilo en las filas enemigas. Así te probaré mi valor y mi fidelidad, y te demostraré que el miedo que tengo no es a morir, sino a derramar la sangre de otros hombres”.
Así se acordó, pero no fue necesario. Los bárbaros, por la mañana pidieron la paz. Las crónicas anotaron que los bárbaros no se atrevieron a enfrentarse a la pericia militar de los contrarios. Aunque, algunos legionarios afirmaron que lo que realmente les espantó fue el haber sabido, gracias  a sus espías, que los romanos estaban tan seguros de la victoria que muchos soldados acudirían al combate sin armas.
Así fue como Martín, obtuvo la licencia, vencedor por dos veces, pues él no combatió ni se había derramado sangre humana.

SU VIDA PASTORAL
Ya libre del ejército, nuestro santo se bautizó y se dirigió a Poitiers para unirse a los discípulos de San Hilario. Allí empezó su vida dedicada a Cristo, a través de las enseñanzas de este ilustre santo. Su celo por la ortodoxia le acarrea el odio de los herejes, lo persiguen, lo maltratan, y lo dejan medio muerto. Al cabo de unos años se retiró a una pequeña isla cerca de Génova, llevando una vida eremítica de silencio y austeridad.
Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto que le necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamo como obispo de Tours, y por más que él se declaro indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.
Durante su estancia en Tours luchó contra el paganismo, la adoración a falsos ídolos y contribuyó especialmente en la divulgación de la fe cristiana, aunque esto no siempre le fue fácil. Tuvo a todas las personas amantes del lujo, encontró a personas pobres de fe e incluso a sacerdotes que no veían con buenos ojos aquella vida de austeridad del santo.

ORIGEN DE LA PALABRA “CAPILLA”
El medio manto de San Martín (que cortó con la espada para dar al pobre) se guardó como reliquia en una urna y se le construye un pequeño santuario. La palabra “capa” es latina y “media capa” en latín es “capilla”, por lo que la gente decía: “Vamos a orar donde está la capilla”, de ahí viene el nombre que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.


SU ÚLTIMO RESPIRO
Martín de Tours falleció en uno de los sitios más bellos de Francia, en Candes. Sus discípulos, que querían estar con él hasta el último momento, le pedían que continuara viviendo, ya que si no lo hacía, su rebaño quedaría expuesto a grandes peligros.
Él contestó: "Señor, si aún soy necesario, no rehusó continuar viviendo. Que tu voluntad se realice plenamente". Y antes de dar el último respiro, se dirigió a sus discípulos con estas palabras: "Dejadme, hermanos, mirar al cielo más que a la tierra para dirigir desde ahora mi alma por el camino que debe conducirla hacia el Señor". Era el año 397.

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